Monday, March 23, 2009

No es populismo... por Mario Ghibellini

¡Es alanismo¡

Esa particular manera de alternar regalos personales entre los miembros de una clase y otra, a cuenta de los dineros del Estado, merece un nombre.

El principal problema de los resultados obtenidos recientemente por Alan García en las encuestas es que pueden hacerle creer que está haciendo las cosas bien. La popularidad del presidente ha registrado en efecto un incremento importante en los últimos sondeos de opinión y para quien vive pendiente de ese engañoso néctar, pensando que entraña la promesa de una futura reelección, eso suele ser un signo inequívoco de que sus actos han sido tocados por la Providencia.

Lo cierto, sin embargo, es que este año García parece dispuesto a echar por la borda la escasa credibilidad que había ganado desde el principio de este segundo gobierno suyo, en lo que a seriedad del manejo económico se refiere. Concretamente son dos las medidas que han sacado alborotados a sus festejantes empresariales de los cocteles y las exhibiciones de caballos de paso, al grito de “¡populismo!”: la ley 29320, que expropia todos los terrenos privados invadidos hasta el 2004, y la condonación de las deudas de un grupo de prestatarios del Banco de Materiales por cerca de 570 millones de soles. No obstante, el clamor empresarial -coreado luego por los voceros de algunos sectores políticos que los días feriados se animan a hacer oposición- mereció una respuesta airada del mandatario, quien sentenció que su forma actual de gobernar no puede ser considerada populismo. Y tiene razón.

Los ricos también cobran

Si en términos generales entendemos por populismo una tendencia a ejercer el poder aprobando normas que busquen ganar el favor popular, sin importar sus consecuencias económicas o políticas en el largo plazo, la definición le queda efectivamente estrecha al gobierno de García. Porque, en realidad, en estos años Alan no solamente ha interferido el mercado o la igualdad que debemos tener todos ante la ley para favorecer a la gente más pobre. Como él mismo les ha recordado a los empresarios exportadores: “¡Cuántos impuestos se les ha perdonado porque había que favorecer la producción!”. Su esfuerzo, pues, ha estado también enderezado a obsequiar a ciertos sectores de las clases más pudientes (cuyo apoyo en las campañas no se traduce tanto en votos como en financiamiento). Y esa particular manera de alternar concesiones personales entre los miembros de una clase y otra, a cuenta de los dineros del Estado y a cambio de respaldo político, merece un nombre. Algunos tratados la denominan “mercantilismo”, pero en atención a ciertas características personales que el actual presidente le imprime en nuestro país, podríamos llamarla “alanismo”. Esto, por supuesto, no constituye un homenaje, pues a nadie honra que bauticen con su nombre un sistema de gobierno atravesado de arbitrariedades e injusticias que más tarde todos hemos de lamentar.

¿Y los veterinarios?

“A ti te ayudamos, pero no nos impidas que ayudemos al otro que nada tiene”, les ha dicho García a los empresarios beneficiados con alguna concesión en materia de impuestos, creando retóricamente la ilusión de que, con esta segunda ayuda a las personas humildes cuya deuda ha sido condonada, ya ha cubierto de regalos todo el espectro social. Pero la sociedad peruana no se divide simplemente entre empresarios exportadores y prestatarios del Banco de Materiales. También comprende veterinarios, gasfiteros, contadores y un largo etcétera de personas que no se han visto beneficiadas con ninguna de esas medidas. Personas que pagan todos sus impuestos y saldan todas sus deudas o afrontan las consecuencias de no hacerlo, y para las cuales lo sucedido es una injusticia. Ese detalle, sin embargo, a García lo tiene sin cuidado. O, peor aún, le resulta irritante cuando alguien osa mencionarlo. “Dejemos a los termocéfalos de la ultraizquierda que quieren destruir la patria y también a los termocéfalos de la ultraderecha que quieren sojuzgar al pueblo” es la sentencia que les ha dedicado a quienes lo han criticado por sus recientes medidas. Pero es más bien con la cabeza fría que esta forma tan suya de disponer de nuestros recursos para hinchar su popularidad, se entiende y se repudia.

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